Obesidad canina (2ª parte)
Tratamiento del animal obeso.
El enfoque psicológico del propietario es una etapa esencial. Tiene la finalidad de motivar al propietario explicando las causas y los perjuicios de la obesidad, así como las ventajas de tener un animal que goza de buena salud.
Si el propietario no colabora, no hay régimen posible.
La restricción de los aportes energéticos es la única alternativa realmente validad. Se debe establecer el balance alimentario con el propietario. A falta de obtener datos precisos sobre las cantidades de alimento ingeridas, una aproximación debería permitir calcular la cantidad diaria total de energía que el animal consume normalmente; y por supuesto hay que establecer un protocolo muy estricto con la total cooperación del propietario.
Las diferencias entre machos y hembras, a pesos comparable, las perras obesas como promedio gastan un 15% menos de energía que los machos, y su masa magra es generalmente inferior, por lo tanto no se puede aplicar el mismo protocolo de adelgazamiento para los dos sexos.
Esta totalmente contraindicado efectuar una restricción mediante una simple reducción de la cantidad de alimento que consume habitualmente. Dicha opción supondría un déficit en nutrientes esenciales y tendría pocas probabilidades de éxito. El animal, cuando se ve privado de alimento, puede desarrollar un comportamiento no deseado: nerviosismo, ladridos, robo de comida y, a veces, incluso agresividad. Por consiguiente, es indispensable elegir un alimento especialmente adaptado para evitar carencias y garantizar que recibe el suficiente alimento, al tiempo que se limita al aporte energético.
Los alimento hipocalóricos son alimentos con una densidad energética más baja. Esto se consigue disminuyendo el contenido de grasa y aumentando el contenido de fibras alimentarias, pero sin descuidar los nutrientes básicos como son los aminoácidos, ácidos grasos, minerales y vitaminas. La concentración de proteínas debe de ser superior a la de los alimentos de mantenimiento para asegurar la proporción de aminoácidos esenciales en su dieta. Sea cual sea el tipo de alimento elegido debe de ser completo, equilibrado y palatable.
Seguimiento del perro durante el régimen.
- Planificación de controles.
Es necesario realizar una revisión mensual para evaluar la pérdida de peso. Efectuar un examen clínico y ajustar en caso necesario la cantidad de energía y, por lo tanto, de alimento que se le ha suministrado. Además, habrá que pesar al perro una vez por semana y, si es posible, a la misma hora y en la misma bascula.
- Establecimiento de una curva de pérdida de peso.
La curva de pérdida de peso le permite al propietario visualizar la evolución del régimen y es un factor de motivación.
El ejercicio físico tiene como objetivo aumentar los gastos de energía y prevenir la pérdida de masa muscular y de minerales óseos. El efecto de la pérdida de peso asociada al ejercicio mejora, generalmente, la resistencia física del animal. No obstante, existen condiciones patológicas como, por ejemplo, una afección osteoarticular o rotura de ligamentos cruzados que hacen que cualquier ejercicio sea imposible, al menos en el primer momento. La actividad física se debe de realizar de forma gradual, aumentando poco a poco el tiempo de ejercicio, se aconseja una marcha rápida de 30 minutos o dos de 15 minutos cada día.
Seguimiento del perro tras el régimen.
Una vez conseguida la pérdida de peso, resulta imprescindible efectuar, regularmente, el seguimiento del peso del perro y aconsejar al propietario sobre la elección del alimento de mantenimiento y sobre las cantidades a suministrar. Las revisiones se realizan mensualmente hasta que el peso se estabilice en 3-4 meses. Las fluctuaciones de peso deben de reducirse al 5% aproximadamente. El paso de un alimento al otro debe ser progresivo tanto en las cantidades como en el pienso.
La prevención de la obesidad.
La prevención puede ser activa o pasiva. La prevención pasiva consiste en recoger y utilizar el máximo número de datos durante toda la vida del animal, hay que pesar a los perros a poder ser cada mes y dejar anotado su peso en la ficha médica correspondiente. La prevención activa va más lejos. Consiste en ocuparse de la alimentación del cachorro y de su racionamiento energético y en continuar el seguimiento alimentario a lo largo de toda la vida del animal.
Conclusión.
Como hemos observado con estos dos artículos, la obesidad canina es una patología de gran importancia que afecta aproximadamente al 25% de la población canina. Teniendo en cuenta los conocimientos actuales, infravalorar una enfermedad que conlleva numerosas consecuencias nefastas para la salud del animal y que disminuye la longevidad, es algo inaceptable. Dado que se ha comprobado que la prevención resulta muy difícil, el veterinario debe desarrollar un enfoque sistemático, teniendo en cuenta la alimentación, desde el punto de vista cuantitativo y cualitativo, así como los demás factores ambientales.