¡ Qué frío !

Cuando llega el descenso de las temperaturas, todos los organismos vivos se encuentran más expuestos a las bajadas de defensas y a sus indeseables consecuencias. El frío, el agua o el hielo pueden provocar que el animal de apariencia más sana se vea afectado en alguno de sus puntos vitales. Con la llegada de las estaciones frías, la salud de nuestro perro puede verse comprometida. Por ello, vamos a ver qué aspectos se deben cuidar para reducir al mínimo el riesgo de que nuestro perro enferme por este motivo.
Evitar cambios bruscos de temperatura
Se debe procurar que el perro, antes de salir a la calle, pase de su plácida y alta temperatura casera a una temperatura más cercana a la que se encontrará fuera. ¿Cómo? Por ejemplo, separándolo de los focos de calor unos minutos antes de salir o, si se tiene, llevándolo un momento a la terraza acristalada donde la temperatura es más baja, etc.
Secarle bien si se moja
Cuando el paseo se debe realizar bajo un espeso manto de lluvia el animal llegará mojado a casa, irremediablemente. Por ello, es conveniente que no quede humedad residual en su manto por no haber sido secado correctamente. A este respecto, como poco, podrá afectar a su piel y a su pelo en distintos grados. Sin embargo y mucho más importante es que esa humedad también puede alterar las defensas y la aparición de las consiguientes patologías. Por supuesto, antes de salir se puede dotar a nuestro buen amigo de los distintos accesorios para evitar que el agua le moje: abrigos, chubasqueros y botas, sobre todo en perros pequeños o más sensibles. No obstante, lo fundamental es que si llega mojado hay que secarle concienzudamente: primero con toalla y posteriormente, si es necesario, con secador. La finalidad es que ninguna parte del animal debe quedar húmeda, lo que evita muchos problemas sanitarios.
Evitar ingestas inadecuadas
Siempre se debe evitar que un perro se coma cualquier cosa que se encuentre durante sus paseos, pero esto debe impedirse con mayor rigor en épocas frías. Aunque pueda parecer gracioso verle comer nieve, esta ingesta es perjudicial para su aparato digestivo, por lo que no se le debe permitir. Lo mismo pasa con la hierba, que en invierno puede estar helada o demasiado fría.
Salud e higiene
Las vacunas tienen gran relevancia durante todo el año, pero cuando llegan las temperaturas extremas (frío o calor), el organismo se altera, las defensas se resienten y es fundamental que el animal tenga recursos suficientes para protegerse ante la posible entrada de agentes infecciosos. Por ello, hay que asegurarse de que tiene su cartilla de vacunación al día antes de que lleguen los fríos. Además, si se trata de perros mayores, es un momento ideal para realizar la revisión anual. Por otra parte, la piel y el pelo son las primeras barreras de protección del animal frente a los agentes externos y permiten mantener la temperatura corporal estable a pesar de los cambios climáticos. Si se consigue mantener “a punto” la cubierta protectora de nuestra mascota, se conseguirá que nuestro buen amigo soporte mejor las temperaturas invernales y evite las enfermedades.
Alimentación adecuada
No nos importa repetir una vez más que se debe adecuar la alimentación del perro a su edad, talla, tipo de actividad que realiza y estado (gestación, lactación, etc.), pero cuando las temperaturas descienden, también se debe tener muy presente otro punto: el animal realizará un mayor gasto energético para mantener el calor corporal, en algunos casos extremos (perros que viven en el exterior de las viviendas o perros de trabajo, por ejemplo), por lo que necesitará un aporte alimenticio de hasta un 40 por ciento superior al que recibe diariamente durante el resto del año. En el caso de animales deportistas o de trabajo es preferible cambiar el alimento habitual por uno específico para su actividad, mientras que en el resto de los que necesiten un mayor aporte de energía, bastará con un aumento de la cantidad diaria. Será el veterinario el que nos asesore a este respecto. Sin embargo, los perros que viven en el interior del hogar, cobijados del frío extremo la mayor parte del tiempo, no necesitan que cambie su dieta ni el aporte de una ración mayor, ya que su gasto de energía sigue siendo prácticamente el mismo.